Confederación Hidrográfica del Júcar > Historia > La labor hidrológica del personal de ingeniería

La labor hidrológica del personal de ingeniería

A principios del siglo XX, el atraso en el conocimiento hidrológico de los ríos dificultaba la planificación y los trabajos hidráulicos. Los registros permanentes de los caudales eran una información imprescindible para otorgar nuevas concesiones, para el diseño de las obras hidráulicas y para la previsión de crecidas. La oficina central hidráulica del Ministerio de Fomento impulsó la creación del servicio de aforos y del servicio de previsión y anuncio de crecidas en las diferentes divisiones de trabajos hidráulicos.

 

2.1. El servicio de aforos

2.2. El servicio de previsión y anuncio de crecidas

2.3. Tres décadas de sucesos extremos

 

2.1. EL SERVICIO DE AFOROS. 

Los proyectos de obras de defensa de las poblaciones de la Ribera de fines del siglo XIX aluden a la existencia de escalas hidrométricas. No obstante, no se han localizado todavía tales registros de alturas. La práctica de aforos era esporádica, como lo reseñan los proyectos de los pantanos de Buseo (1902) y de Azuebar (1903).

En los primeros años del siglo XX, el Ministerio de Fomento distribuyó tres instrucciones de aforos (1903, 1906 y 1911) a las divisiones. Poco a poco, con escasos medios materiales, se instalaron escalas y se practicaron aforos para establecer las correspondientes curvas de gasto. Algunos manuscritos -conservados en la Biblioteca de la Confederación Hidrográfica del Júcar- reconstruyen los primeros pasos del servicio de aforos en la División del Júcar. Desde el principio el servicio prestó especial atención a escalas idóneas para el conocimiento del caudal, para el estudio de proyectos y para la previsión de crecidas.

Entre 1912 y 1931, el servicio de aforos estuvo organizado de acuerdo con las tres zonas de la División Hidráulica del Júcar. El ingeniero encargado de zona era también responsable de la red de aforos en los ríos de su jurisdicción. A su vez, el personal ayudante era responsable de un sector donde había entre cinco y diez escalas. La persona encargada de efectuar las escalas realizaba las lecturas diarias.

A fines de 1913, el Servicio Central Hidráulico publicó el primer anuario de aforos practicados en los principales ríos de España durante el año 1912. Estas monografías anuales -aparecidas con regularidad hasta la Guerra Civil- representaban un salto cualitativo en el conocimiento hidrológico de los ríos. En las páginas dedicadas a la División Hidráulica del Júcar de los primeros años se advierten lagunas que se subsanaron en años sucesivos.

Un servicio de aforos normalizado -antigua aspiración de algún ingeniero de las divisiones hidrológicas- permitía la comprensión del régimen de los ríos. Estos registros precedieron a los proyectos de regulación fluvial que hacia los años veinte se iniciaban en los ríos peninsulares. Rodolfo Gelabert y Manuel de la Torre Eguía merecen ser citados por esta labor sistemática desde el Servicio Central Hidráulico. 

Subir

2.2. EL SERVICIO DE PREVISIÓN Y ANUNCIO DE CRECIDAS.

Las divisiones también eran competentes en la previsión de crecidas (Real Orden de 6 de noviembre de 1903). El primer diseño de la red de aforos contempló puntos significativos para la alerta de poblaciones de mayor riesgo. A fines de primera década del siglo XX, la División Hidráulica del Júcar realizó algún anuncio de crecida del que se hizo eco la prensa valenciana elogiosamente.

No obstante, estas iniciativas pronto se transformaron en servicio reglado. En aplicación de una Real Orden de 26 de agosto de 1914, el Servicio Central Hidráulico remitió una instrucción a las Divisiones para normalizar un servicio de precisión y anuncio de crecidas. El servicio debía constar de dos partes, "una, la previsión de la altura que ha de alcanzar el agua en los puntos que interesa conocerla con anticipación y la hora que llegará a ellos y otra, el anuncio de esta previsión a los interesados con la mayor antelación posible y en forma clara y fehaciente". La instrucción señalaba que la División Hidráulica del Júcar debía vigilar especialmente Alzira por ser "el punto situado en el emplazamiento más desfavorable".

El ingeniero-jefe de la División Hidráulica del Júcar, Jimeno Lassala, encargó del nuevo servicio al ingeniero Elío Tones. Las actividades del servicio están recogidas en sendas monografías editadas por el Servicio Central Hidráulico (1916, 1918) donde, junto a otros ríos peninsulares, se reseñan las crecidas del Júcar durante los años 1915 y 1916.

De las crecidas de 1915, la Memoria destaca la ocurrida los días 3 y 4 de enero de 1915, generada por fusión de nieve en la cuenca alta del Júcar que alcanzó 5,5 m. en la escala de Alzira. El ingeniero-jefe y Fausto Elío se desplazaron a la escala de Alzira para seguir su evolución. Dada la magnitud del suceso, el ingeniero encargado del servicio comisionó al ayudante Manuel Sales Peñarroja para que recorriera todas las escalas del río y reconstruyera las características del suceso con objeto de obtener conclusiones para futuros anuncios de crecida. Sales Peñarroja, pocos meses después, presentaba una magnífica memoria que se conserva manuscrita en la Biblioteca de la Confederación Hidrográfica del Júcar.

Entre las crecidas de 1916, sobresale la registrada entre el 28 de noviembre y el l de diciembre en la cuenca media-baja del Júcar que, en palabras de Fausto Elío, "además de extraordinaria por su gravedad y la altura alcanzada por las aguas, se debe considerar excepcional por sus causas y caracteres". La crecida se había generado en los afluentes de la cuenca baja (Grande, Sallent, Albaida) y en las vertientes directas del Júcar (especialmente de la margen izquierda), esto es, una pequeña extensión donde se habían registrado "precipitaciones excepcionalmente grandes en un corto período de tiempo" El ingeniero elaboró cuatro mapas de isoyetas diarias concluyendo que el volumen de agua caída durante el suceso en la cuenca del Júcar desde la confluencia con el Cabriel hasta Alzira fue del orden de 700 Hm3, de los cuales 200 Hm3 correspondían al día 28 y 430 Hm3 al día 29 de noviembre. >

A continuación, Fausto Elío analizó el hidrograma del río en Alzira. En la escala que durante el día 27 registró aguas bajas, se anotó un rápido ascenso hasta los 5 m. en la tarde del día 28 de noviembre mientras se inundaba la parte baja de la población. La crecida continuó aumentando hasta alcanzar el pico el día 29 a las 20 horas con 8,5 m. Todavía se mantuvo la gravedad el día 30 con 8,2 m., mientras el día primero de diciembre se produjo un rápido descenso del caudal.

La conclusión de Elío Torres se sintetizaba en las siguientes palabras: "Ha quedado evidenciada la imposibilidad de anunciar crecidas de esta naturaleza utilizando noticias de las escalas fluviales por la rapidez de la transmisión de la crecida producida in situ y la necesidad de acudir a los datos pluviométricos remitidos por los medios más rápidos desde los puntos más característicos. En los momentos actuales las comunicaciones son insuficientes y durante las crecidas se imposibilitan casi completamente. La red telegráfica es rudimentaria y no existen tampoco líneas telefónicas. Sería, pues, preciso instalar líneas propias consagradas a transcribir a la Jefatura de la División..."

En los años sucesivos, no se publicó la Memoria anual de actividades del servicio de previsión y anuncio de crecidas, tal vez, por el desmantelamiento del Servicio Central Hidráulico en 1919 y el paso a otras responsabilidades de Rodolfo Gelabert y Manuel de la Torré Eguía. Cabe suponer que el servicio se mantuvo y las memorias anuales pueden aparecer en algún archivo.

Subir

2.3. TRES DÉCADAS DE SUCESOS EXTREMOS.

Cada generación conoce sucesos hidrológicos extremos que, a menudo, percibe como hechos jamás superados. No obstante, el personal técnico adscrito a la División del Júcar -en la medida que disponía de escalas de registros- fue anotando en sus proyectos noticias de gran interés hidrológico que será necesario sistematizar y contrastar con otras fuentes coetáneas. No en vano, sequías e inundaciones son fenómenos hidrológicos recurrentes en los ambientes mediterráneos que condicionan el marco de la planificación hidráulica.

Fernando Juan Burriel -tanto en la propuesta (1900) como en el proyecto (1902) del pantano de Buseo- valoró la magnitud de las crecidas del Turia para localizar la presa en un afluente del Turia y no en el cauce principal. En efecto, el ingeniero proyectaba una presa de apenas 8 Hm3 de capacidad y era consciente que el río Turia a su paso por Valencia vehiculó 400 Hm3 durante los días 9 y 11 de noviembre de 1897.

Por su parte, Fausto Elío -además de las crecidas antes citadas- conoció la crecida del Júcar y de su afluente el Albaida del día 30 de octubre de 1923. Ese día la estación de aforos de Gavarda registró 1176 m3/seg mientras el afluente -próximo á la confluencia- anotó 1.113 m3/seg.

Un año antes, el 15 de octubre de 1922, la punta del Millars en la estación de aforos de VilaReal se cifró en 2898 m3/seg.

Ciertamente, estos y otros registros -más las experiencias de años de dedicación a ríos mediterráneos- condicionaron los diseños de las obras hidráulicas del personal técnico del Júcar. Así en 1928, se proyectaron por la división tres presas en el río Turia (Loriguilla, Domeño y Conquete o Molino del Marqués). El ingeniero Carlos Dicenta -autor del proyecto de Loriguilla- diseñó el aliviadero de superficie de la presa para un caudal de 1500 m3/seg. Por su parte, Fausto Elío en el proyecto de Domeño contemplaba una capacidad del aliviadero de 2000 m3/seg. El jefe de la División -entonces Arturo Monfort- juzgó exagerada la propuesta de Fausto Elío, fundándose en que la máxima avenida medida en la escala de Domeño era de 582 m3/seg y respaldó la propuesta de Carlos Dicenta.

Poco después, aun conociendo el parecer del ingeniero-jefe Monfort, Fausto Elío (1931) se reafirmaba en los 2000 m3/seg a la hora de proyectar el aliviadero de superficie de la presa de Benagever.

Las sequías también merecieron atención de la plantilla de ingenieros de la División del Júcar. Fernando Juan Burriel durante la redacción del proyecto del pantano de Buseo (1902) interrogó a las sindicaturas de la Huerta de Valencia acerca del número de veces que se habían producido sequías extraordinarias en un lapso de tiempo conocido pero "no han podido informarnos con la claridad y precisión que hubiéramos deseado".

Volver


Avda. Blasco Ibáñez, 48
46010 - Valencia
Tel: 96 393 88 00
E-mail: contacto@chj.es

Copyright © Confederación Hidrográfica del Júcar, O.A.